Luego de la cesárea, nada es como lo muestran los medios
Luego de una cesárea en la que no queríamos pero era la única opción para que la bebé naciera, llegó la semana donde tuvo que estar en neonatología. Toda la ilusión de poder llevarnos la pequeña a la casa con todo listo y la familia esperándola con ansias y amor tuvo que esperar.
Los médicos consideraron inadecuado dejarla ir por la intolerancia oral (vomitaba todo lo que comía), empezó a tener un abaja de peso de unos 200 gramos. Yo con deseo de alimentarla directo de mi pecho me vi limitada a correr y buscar un sacaleche para así poder darle la la leche luego ya que sólo la tenían con una sonda y una vía de suero, es de las peores cosas que le pueden hacer a unos padres primerizos. Así transcurrieron 4 días, donde la rutina consistía en que mi esposo me ayudaba a levantarme, me bañaba, me vestía y me llevaba al carro para poder estar con nuestra bebé en un cuarto con otros bebés dentro de incubadoras para mantener el calor, la enfermeras nos hacían sentir reconfortados y deseosos de que llegara el día en que al fin pudiéramos tenerla en casa.
Recuerdo claramente aquella noche de miércoles cuando una enfermera conocida de muchos años atrás y amiga de la familia me dijo que le diera de mamar directo de mi pecho, todo surgió porque yo le dije que yo estaba segura que era mi leche la que la iba a alimentar y que ese suero no le permitía subir de peso adecuadamente, pues nos animamos y le dí, para sorpresa de los médicos esa noche no vomitó y al día siguiente me la entregaron para estar con ella en un cuarto y ver los avances, ahí inició una odisea.
Ella no sabía agarrar adecuadamente el pecho y yo no tenía un pezón prominente por lo que nos refirieron a la clínica de lactancia donde nos enseñaron la manera correcta de dar de mamar, además de ejercicios para que ella aprendiera a succionar y agarrar el pecho, por desdicha el proceso no fue inmediato y ella seguía acostumbrada a sonda. Estando ya en casa mi esposo y yo ejercimos la lactancia con sonda al pecho (la manguerita al pezón con cinta y con mi leche que venía de una jeringa), si no hubiera sido por el que me dio un gran apoyo y dio de mamar junto a mi (sí, dio de mamar porque aunque no fue él quien tenia la leche hizo un gran trabajo en todo el proceso y nunca faltó en ningún momento, estaba atento a cada paso que había que dar). A todo esto resultó que pasaron tres meses donde la lactancia se volvió dificultosa entre mastitis, copas de lactancia, pezoneras, hasta que finalmente descubrí los parches de menbrana para recuperar la piel rota, por más cremas, zanahoria, repollo y cuanta cosa me decía la gente con toda la buena intención sólo los parches me favorecieron. A todo esto nunca me di por vencida por mas doloroso que fuera, cansado y preocupante al ver que las cosas no salían como lo muestran en las revistas o en otros medios, nadie nunca le dice a uno que es un trabajo difícil para todos, aunado a ello viene el cambio horario que en ocasiones decidía que no quería dormir por las noches, los cólicos o simplemente que quería estar despierta en brazos de la mamá pidiendo compañía y seguridad, mi mamá fue de gran ayuda en las madrugadas donde sabía como calmarla sobre el brazo de ella. Esto desde mi vivencia, no todos los niños son iguales.
Así transcurrieron los primeros tres meses entre vitaminas, mucho mucho mucho líquido, hambres extremas y noches de mal dormir, PERO DIVINO!! Nunca nadie le dice esto a una madre embarazada pero es la realidad y no todos los casos son iguales. Acá les dejo un poco de lo que fue caoticamente hermoso y logramos sobrevivir, pronto les contaré más sobre los avances de desarrollo que tuvo en este primer trimestre y así poco a poco nos acercarnos a la actualidad.
Gracias por leer y apoyarnos en este proyecto. Hasta pronto!
Comentarios
Publicar un comentario